Por Anthony Franco Montero
Al momento de escribir este articulo, las lágrimas brotaban por mis ojos , la exquisita y extraordinaria presencia de Dios ministraba mi corazón, porque hablar de nuestro señor Jesucristo, sin lugar a dudas es lo más hermoso, lo más lindo, es la experiencia más fantástica que nos pueda ocurrir.
Jesús es nuestro modelo , nuestro paradigma , nuestro ejemplo a seguir; Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a qué aferrarse.
Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos. Y al manifestarse como hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz! (Filipenses 2:6-8 NVI.).
Nuestro amado Jesús, atravesó por el desierto durante cuarenta días y cuarenta noches, donde fue tentado (Mateo 4). Asumió la extraordinaria hazaña de sanar a los enfermos , ofreciendo liberación, sanidad, restauración y salvación.
El Señor asumió la misión de venir a buscar lo que se había perdido ( Lucas 19:10) , llegó a restaurar nuestra relación con Dios , convirtiéndose en el único mediador entre el creador del universo y el hombre (1 Timoteo 2:5) No le importó nuestra condición de pecado, no tomó en cuenta nuestros delitos y transgresiones. Nuestro Redentor, ofreció las mejores cátedras de humildad.
Personas con problemas muy serios de salud , como la mujer del flujo de sangre, que tenía más de una década atravesando por esa condición tan desesperante se le acercó y Él no la rechazó , sino que poder y virtud emanan de su esencia para sanar y salvarla (Lucas 8:46) Le devolvió la vista a los ciegos. Echó fuera demonios. Levantó a Lázaro de la tumba (Juan 11:38).
Nuestro salvador hizo grandes proezas , hazañas que nadie ha podido superar. A pesar de tantos milagros, de las extraordinarias obras, de los portentos y maravillas llevadas a cabo por nuestro rey de Reyes , lo más grande , lo más difícil de comprender humanamente hablando , es como llevan al maestro a la cruz .
Lo tomaron como a un delincuente , le escupieron , le maltrataron, cuando tuvo sed le dieron a beber vinagre mezclado con hiel, repartieron sus vestidos, le injuriaban mientras lo exhiben en el madero ,en el monte calvario y allí lo pusieron en una cruz junto a dos transgresores de la ley , mientras la multitud vociferaba ,»Si eres Hijo de Dios, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz» Pese a todos los atropellos y al escarnio al que fue sometido, nuestro Cristo de la Gloria manifestó estas palabras: «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen» (Lucas 23:34).
Sin importar los padecimientos, los golpes, las heridas, las burlas y todo el sufrimiento de aquel valiente e histórico sacrificio en la cruz del calvario, El Señor no abrió su boca para justificarse, ni para maldecir. ¡Que gran lección!, ¡Que gran enseñanza!
Hace unos años viví una situación laboral que me hizo sentir muy mal y quise actuar con repudio , con odio , con dolor. Pretendí en ese momento a actuar con fuerza , quise defenderme , pero en medio de la indignación, Dios ministró mi corazón y me dijo que mirara a la cruz, que reflexionara en la actitud de Jesus en la cruz del calvario, que tomara en cuenta aquel sacrificio de amor.
Aunque seamos criticados , calumniados , aun cuando nos empujen con violencia , pese a que nos hagan la guerra en el lugar de trabajo, barrio, universidad, o en cualquier lugar ; no peleemos con esas situaciones, ni con quienes nos maltratan. ¡Miremos a Jesús!
A pesar de que nos hagan la vida imposible procuremos mirar a la cruz.
Aun cuando no entendamos lo que está pasando, mirar el sacrificio de Cristo nos da paz, nos llena de amor, nos enseña a ser humildes, a amar genuinamente a los demás.
Recordar a Jesús en la cruz del calvario, reflexionar en esa obra grandiosa nos enseña a no guardar rencor, nos muestra que debemos perdonar.
