martes, abril 30, 2024
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De EE.UU. hasta Alemania, dominicanos regresan a su país por fiestas de Navidad y Fin de Año

Los dominicanos residentes en el exterior defienden las condiciones del país donde residen y los de EE.UU. aseguran que han alcanzado el anhelado «sueño americano»

Verónica Rosario Núñez

De Alemania hasta Estados Unidos, pasando por Chile y Argentina, decenas de dominicanos llegaron la tarde de este miércoles al Aeropuerto Internacional de las Américas (AILA) José Francisco Peña Gómez para pasar en su tierra, junto a sus familiares, las fiestas de Navidad y Fin de Año. En muchos casos tenían más de un año de ausencia. 

A pesar de que el flujo de los pasajeros que iba saliendo del aeropuerto era reducido, no faltaron las flores, los carteles de bienvenida, los largos abrazos, los gritos y la algarabía para recibir a los que se fueron, pero que se mantienen presentes en los corazones de los que se quedan. 

Los dominicanos entrevistados por Diario Libre se quedarán en el país por un plazo de entre una semana y varios meses, para compartir con la familia o atender a otros asuntos, pero que usan de excusa las festividades de Navidad y fin de año para cumplir con todos sus compromisos. 

  • «Vengo a disfrutar a mi papi que está un poquito mayor y lo quiero pasar con él», son los planes de Carmen Alcántara, una dominicana residente en Miami. 

Alcántara lleva más de dos décadas viviendo en los Estados Unidos, es gerente en el área de calidad de una tienda que fabrica ropa de mujer y, al ser cuestionada si ha alcanzado el anhelado «sueño americano«, la dominicana dice sin dudar que sí y menciona a sus hijos, su familia y su casa como una prueba de ello.

Hoy es el día del dominicano ausente

Lo mismo dice Vanessa, quien viajó desde Chicago para pasar una semana con sus familiares en Santo Domingo tras dos años de ausencia. 

«Podría decir que sí, hasta ahora», expresó la joven supervisora de una aerolínea privada, por su experiencia de cumplir sus sueños en territorio estadounidense. 

Hemos cumplido «la mitad de las metas, pero estamos en eso», dijo a su vez mientras avanzaba por los pasillos del AILA un alegre dominicano que llegaba desde Tennessee, también en EE.UU. Era escoltado por sus familiares, que lo habían recibido entre abrazos y risas.

Elizabeth Romano, otra dominicana residente en Miami hace más de 20 años, tenía un año sin venir a República Dominicana y mucho más tiempo sin pasar la Navidad en su tierra, lo que decidió cambiar para este 2023.

Romano es estilista en los Estados Unidos y al ser cuestionada si ha logrado vivir el «sueño americano«, no duda cuando emite un orgulloso «sí». 

Desde otros países

Los dominicanos que desean celebrar las fiestas navideñas en su tierra se desplazan desde zonas tan lejanas como Alemania y otras naciones más cercanas como Argentina y Chile, solo unidos por el fuerte deseo de regresar y compartir con los suyos. 

«Tres años sin venir. Nos sentimos felices de estar de nuevo acá en nuestra tierra», dijo un dominicano que no se identificó, pero presentó a su esposa argentina y al resto de su familia multicultural.

José Antonio Ramírez, quien reside en Alemania desde 2016, llegó con su hija que tenía siete años sin venir al país para «pasarla bien»  con su familia en la capital, a pesar de señalar los actos delictivos como una razón por la que no desea volver a la nación en un futuro cercano. 

Sin embrago, Ramírez indicó que ahora que ha encontrado un trabajo fijo retomará la rutina de venir con más frecuencia a su país, al que no había regresado en un año. 

Una dominicana residente en Chile por 13 años y dos años sin venir a República Dominicana, decidió visitar el país en las fiestas navideñas, a pesar de que atribuyó su estadía de un mes a temas de construcción.

A cuatro días para la popular cena de Nochebuena en Santo Domingo y a pesar de la cantidad de familiares a la espera de sus seres queridos, la llegada de viajeros se vio mermada cerca de caer la noche en el AILA y la algarabía por las fiestas navideñas era un poco ausente.

«¡Papi!», el grito de una pequeña niña se escuchó por encima del merengue que sonaba en las bocinas de las instalaciones del AILA, al tiempo que corría para encontrarse con los brazos de su padre, un argentino que se siente «bien dominicano» y definió a la República Dominicana como una tierra «noble y divina» y en la que planea quedarse por tres meses. 

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