La cuestión es que, después del cinco de julio, no se sabe qué pasará, lo más probable es que aumente el número de personas contagiadas y quizá el número de muertos porque, aparte del día de las votaciones, hay que agregar las actividades multitudinarias
Por RAFAEL ALVAREZ DE LOS SANTOS
Desde un primer momento he dicho que el gran problema del coronavirus es haber llegado en medio de una contienda electoral y que en cualquier guerra la principal víctima es la verdad.
Desde el inicio de todo esto se ha sabido que el gobierno ha buscado sacar provecho político a esta pandemia, sería de ingenuos pensar que nadie lo haría más cuando se tiene un candidato que es difícil vender.
La pandemia le permitió al PLD llegar a un escenario ideal por varias razones: a) podían cambiar la imagen de un candidato que no subía en las encuestas y cuya principal debilidad es sus limitaciones para hilvanar ideas con coherencia. b) comienzan a vender al candidato como al hombre pragmático que le gusta hacer, no hablar y c) trae el clientelismo a la campaña. De manera que ha sido el escenario ideal.
Por otro lado, colocó a la oposición en una situación de desventaja porque en términos de recursos no puede competir con el Estado y la crisis sanitaria siempre será un tema sensible que en una estrategia de campaña hay que cuidar como manejarlo.
La oposición comenzó denunciando actos de corrupción en las licitaciones y en las compras, pero el gobierno comenzó a retrasar procesos y cuando cuestionaban el por qué de los retrasos, decían que debido a las denuncias que estaba haciendo la oposición habían asumido mecanismos más fuertes para evitar la corrupción, mientras la sociedad se desesperaba.
En otro orden Solo el gobierno ha tenido control de las estadísticas, y no se sabe con certeza la verdad, hay incertidumbre en la población para acudir a votar el cinco de julio.
Esto ha creado un panorama complejo. El inicio se decía que el gobierno estaba escondiendo la información y que los infectados y fallecidos eran mayor a los que nos decían. Ahora que los casos han aumentado nos dicen que lo hacen para crear pánico y que ocurra una abstención masiva. Particularmente me inclino por esto último pues no creo que deseen que las elecciones se suspendan pues ya tienen la experiencia de lo que les sucedió cuando se suspendieron las elecciones de febrero.
El problema aquí es que cada día aumentan los casos y ha vuelto a cundir el pánico. A esto también se agrega que los partidos han vuelto a la campaña en las calles, en el mano a mano, pues en países como los nuestros es el tipo de campaña que se estila, el de los bandereos, las caravanas, porque eso permite crear una ilusión de muchedumbre y al votante le encanta ver eso. Es la manera de mostrar músculos y fortaleza aunque las personas que asistan sean pagadas.
Esas estrategias han desaparecido porque la pandemia obligó a cambiarlo todo y las discusiones que antes ocurrían en las esquinas ahora se han mudado a las redes sociales, por eso vemos unos niveles de agresión verbal como nunca antes.
La cuestión es que, después del cinco de julio, no se sabe qué pasará, lo más probable es que aumente el número de personas contagiadas y quizá el número de muertos porque, aparte del día de las votaciones, hay que agregar las actividades multitudinarias y la aglomeración de personas sin guardar el debido distanciamiento y muchos sin mascarillas.
El panorama no pinta nada halagüeño después del cinco de julio porque, quien resulte vencedor y asuma el gobierno en agosto, tendrá que enfrentar tres crisis:
Una crisis económica, el hoyo fiscal que dejará la actual gestión será enorme. Según reporte se han gastado, hasta la fecha, 107 mil millones de pesos y la semana pasada se aprobó un presupuesto complementario de 150 mil millones más. Una crisis sanitaria pues de seguro el número de contagios aumentará considerablemente. La otra crisis será política pues nadie piense que después del día cinco las cosas entrarán en una normalidad de inmediato. Lamento no ser muy optimista.
