viernes, mayo 10, 2024
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¿Por qué tanto tiempo para los pasajeros salir del AILA-JFPG?

Por: Ramón Féliz Lebrón
Periodista y docente
rflebron@gmail.com

A través de las tecnologías, obtenemos informaciones que nos facilitan diferentes procedimientos, y la aviación comercial depende muy directamente de estas para su funcionamiento.

Ya sea en las aplicaciones y páginas webs de aerolíneas y de portales especializados como https://es.flightaware.com/live/findflight/ que permiten ver en tiempo real horarios de vuelos, trayectos y mapas.

Desde hace muchos años, verifico primero cuánto tiempo le falta para aterrizar al avión donde viene la persona que corresponde buscar, y salimos hacia el Aeropuerto Internacional de las Américas-Dr. José Francisco Peña Gómez (AILA-JFPG) cuando restan 40 minutos, tiempo suficiente para llegar desde nuestro punto en el Distrito Nacional hasta esa terminal, con el objetivo de permanecer menos tiempo allí, tomando en cuenta que el pasajero saldrá con fluidez.

En la actualidad, eso es una utopía, ya que quienes llegan por el AILA-JFPG tardan entre una hora y media y dos horas para hacer migración, retirar maletas de las correas y cualquier otro trámite básico; y me refiero con apenas un vuelo para atender, pues si llegan varios con poco tiempo de diferencia, es el colmo de la demora.

Referir estos temas nunca agrada a los arrendatarios ni a las áreas operativas, pero por qué no terminan de convertir en funcional de una vez y por todas esa infraestructura aeroportuaria, la segunda en porcentaje de de los que entran vía aérea a la República Dominicana, y que no se tengan que dedicar tantas horas para salir y más tiempo a los que buscan a alguien desde que se marca en la pizarra o el celular que el avión aterrizó.

Incluso, personas que tienen accesos a zonas especiales para chequeos (diplomáticos, tripulantes y otros), los vemos desfilar por la pasarela de salida al mismo tiempo que los pasajeros que no les corresponden esas facilidades, pues la tardanza en varios renglones es el común denominador para todos sin importar la categoría.

En cuanto a la instalación, mi primer viaje al exterior fue por esa terminal en el 1985, y la imagen de la fachada que registró ese niño rumbo a sus vacaciones a Puerto Rico es la misma que observa ahora el adulto en el 2024, como si fuese una foto en la pared, sin obviar que ha sido sometida a varios remozamientos y cambios internos.

Otros episodios peculiares tuvimos hace casi dos décadas cuando cientos de pasajeros en fila que arribamos de madrugada, y tras varios minutos de espera, disfrutamos el «espectáculo» de bostezos y estiramientos para posicionarse en sus casetas de quienes tenían que sellar la entrada en pasaportes, pero les interrumpimos el sueño; mientras un capítulo adicional ocurrió con una puerta que debió estar abierta para los trámites de llegada, y quien tenía las llaves sufrió también la interrupción de su dormida.

Y para que no todo sea desagradable, se han presentado además momentos jocosos y anécdotas; una aeromoza durante el aterrizaje dice por el sistema de sonido: «Estimados pasajeros, bienvenidos al aeropuerto de Cancún, la temperatura actual es…,» y ante la inmediata algarabía que caracteriza a los viajeros dominicanos cuando llegan a su patria y aún más intensa por el lapsus con el nombre de la ciudad, la tripulante rectificó que era al de Santo Domingo, y volvimos a la realidad del AILA-JFPG.

Es decir, las deficiencias y los imprevistos tienen larga historia, y persisten otras situaciones que se analizarán en otra entrega.

Nos merecemos ese aeropuerto amigable, reitero funcional, moderno, atractivo y con eficiente coordinación de todas las instancias administrativas, de operaciones y servicios.

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