El escritor, que se despidió de los lectores en mayo, sufría una enfermedad neurodegenerativa
El escritor y periodista Carlos Alberto Montaner falleció este jueves en su vivienda de Madrid, donde residía desde octubre de 2022, «de modo apacible y acompañado de sus seres más queridos tras enfrentar una enfermedad neurodegenerativa», según un comunicado emitido por sus familiares.
En él, su esposa Linda, sus hijos Gina y Carlos y sus nietas Paola, Gabriela y Claudia han querido mostrar su agradecimiento «a los profesionales de la sanidad pública española, a la Asociación Derecho a Morir Dignamente y a todos los familiares y amigos que le han manifestado tanto afecto en el tramo final de una prolífica vida marcada por la defensa de las libertades individuales».
Carlos Alberto Montaner fue diagnosticado, según contó él mismo en su última columna de despedida, en el hospital público madrileño Gregorio Marañón de Parálisis Supranuclear Progresiva
Carlos Alberto Montaner fue diagnosticado, según contó él mismo en su última columna de despedida, en el hospital público madrileño Gregorio Marañón de Parálisis Supranuclear Progresiva (PSP), una enfermedad rara de la familia del parkinson que no tiene cura y cuyo origen es desconocido.
El autor tomó en mayo la decisión de publicar un texto en el que repasaba su vida, dedicada a la reivindicación de la democracia y el pluralismo político desde la escritura, lo mejor que sabía hacer y que, de hecho, hizo en las páginas de algunos de los mejores diarios de América y Europa.
Carlos Alberto Montaner respaldó el nacimiento de 14ymedio firmando su manifiesto de apoyo y para este diario ha sido un orgullo contar con su firma de manera habitual. Se va, sin embargo, sin lograr el sueño de ver una Cuba libre.
Su despedida será un acto íntimo y privado, según ha comunicado la familia, que cierra la nota informativa con una frase del propio Montaner, publicada en sus memorias, Sin ir más lejos. «Llegó la hora de recapitular. Hay que ir haciendo las maletas. Desaparecer es una actividad ingrata que sólo se justifica porque es la única prueba irrefutable de que hemos vivido».
